El huracán Eta ha causado en Honduras enormes inundaciones, decenas de muertes y una incalculable destrucción en la zona norte del país; hoy se encuentra nuevamente sumergida bajo el agua. El paso del huracán Iota ha impactado nuevamente en las zonas donde la población se afeanaba en las tareas de desescombro y se ha extendido por casi todo el territorio hondureño, dejándolo en la penumbra.
“Pasé alrededor de 26 horas sobre el techo de mi casa; sin agua, sin comida, viendo como mis vecinos, la mayoría ancianos y niños aguantaban el frío, el hambre y la luvia. Rogaba a Dios que alguien nos rescatara antes de que el agua sobrepasara los techos de las viviendas”, relata Brayam Méndez, uno de los miles de residentes de la colonia Planeta de La Lima, Cortés que logró sobrevivir.
Comunidades como Planeta, Celeo Gonzales, Chamelecón, Villanueva y otras hoy están bajo el agua. Hace mucho que luchan contra otros “huracanes”. Tempestades como la violencia, el desempleo, la falta de oportunidades y la exclusión, azotan a su población de forma sistemática. En CESAL trabajamos aquí desde hace años, llevando a cabo proyectos como “Empleado Futuros, Metas y Unidos por la Justicia”, con las comunidades para cambiar esas realidades. Realidades que Iota y Eta han dejado entre el lodo y los escombros.
“Es duro, no sabemos que sucederá con nosotros ahora, con nuestra vida. Apenas pudimos volver para intentar sacar el lodo y tratar de rescatar algo de nuestras pertenencias, que quedaron destruidas por el agua, cuando tuvimos que salir corriendo de nuevo. Nosotros sabíamos que los ríos Ulúa y Chamelecón se iban a desbordar, pero no creímos que veríamos otra vez nuestras casitas totalmente llenas de agua”, nos relata un vecino.
Aún no hay un recuento oficial de daños tras el paso de Iota, pero las pérdidas son millonarias; el Aeropuerto Internacional Villeda Morales de La Lima se encuentra totalmente inundado, zonas de alta producción, industria y maquila como El Progreso, Yoro, Villanueva y Pimienta, Cortés casi han desaparecido bajo el agua de los ríos; muchas zonas del occidente de Honduras se encuentran incomunicadas; los deslaves y derrumbes han obstaculizado el paso hacia otros departamentos; y zonas de producción agroalimentaria como Lempira y Copán, han sufrido graves daños de infraestructura.
“Es triste, teníamos esperanzas de recuperarnos después de Eta, pero ahora no sabemos que va a pasar. Mi abuela ha enfermado con todo esto que está pasando, es difícil para ella ver destruida la casa por la que luchó durante años trabajando en las bananeras; ella fue de las primeras en llegar al sector Planeta, sobrevivió al Mitch, pero nunca creyó que esto volvería a pasar y que su familia perdería todo”, nos dice Brayam.
El futuro para hondureños como Brayam es incierto. Instituciones de rescate se encuentran realizando acciones de salvamento en diversas zonas del país. Falta mucho para hablar de planes y acciones concretas de reubicación y reconstrucción.
El pueblo hondureño estaba sobreviviendo a la COVID-19 y ahora se encuentra “con el agua al cuello”; hoy más que nunca necesita que el mundo vuelva su mirada a hacie él.
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LAS CIFRAS
Los huracanes ETA y IOTA han dejado 3,4 millones de personas damnificadas, más de 14 mil familias se encuentran albergadas en escuelas, iglesias o centros comunitarios. Otras familias han buscado acogida en el hogar de familiares y amigos; y una gran parte de la población damnificada, hasta hace dos días, deambulaba por las calles anegadas por el logo y la basura de San Pedro Sula y La Lima, a la espera de que las autoridades pudieran reubicarlas. Datos del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH),