Aunque El Salvador es uno de los países de América Latina que mejor ha gestionado la situación de pandemia, algunas de las medidas gubernamentales adoptadas han afectado, inevitablemente, a la población más vulnerable. El 14 de marzo del 2020 el gobierno de El Salvador declaró el estado de emergencia y la Asamblea Legislativa decretó el estado de excepción, que suspendió algunas garantías constitucionales como el derecho a la libre movilización y al cambio de domicilio. Aunque la pandemia ha sido controlada de alguna manera hasta el momento, estas medidas han causado enormes costes económicos y sociales, sobre todo a las personas que se ganan la vida en sector informal (cerca del 60 % de la población activa del país, según la Organización Internacional del Trabajo -OIT).
Con ese decreto también se cerraron las escuelas, dificultando la continuidad y el estudio a todos los alumnos y dificultando enormemente muchas de nuestras intervenciones con población vulnerable. El Ministerio de Educación respondió inicialmente entregando guías didácticas especialmente en las zonas rurales, donde apenas existe conexión a internet. Actualmente se están impartiendo de manera oficial las clases vía on-line, a pesar de la enorme brecha tecnológica del país. Todo esto ha provocado una enorme frustración y la consiguiente demanda de los alumnos y alumnas a seguir formándose. Los profesores y directores con los que CESAL trabaja nos confirman que de aulas que estaban llenas con casi 40 jóvenes, ahora apenas se conectan 7 u 8 alumnos vía on-line.
Ante esta situación, desde CESAL hemos tratado de acompañar a nuestra juventud beneficiaria de los proyectos en esta transición hacia la formación virtual desde los proyectos que estamos ejecutando y tratando de dar respuesta simultáneamente a la necesidad estar cerca de las familias a la hora de suavizar estas condiciones de reclusión que están aconteciendo, especialmente en comunidades con un alto índice de violencia en el seno de los hogares.
Desde los primeros instantes de la pandemia CESAL El Salvador ha priorizado el contacto con la población afectada, detectando sus necesidades y acompañándolos en estos momentos tan retadores. En este sentido se ha multiplicado la creatividad para acompañar a la población con la que trabajamos, especialmente jóvenes, a través de llamadas telefónicas, WhatsApp e incluso Facebook. Nos hemos sumado al esfuerzo gubernamental de formación online tanto para las estrategias de gestión cultural como para el refuerzo académico y su posterior nivelación, siempre pendientes de aquellos que no cuentan con las condiciones necesarias para sumarse a las iniciativas.
Hemos creado una PLATAFORMA WEB de intercambio con los jóvenes con el apoyo de los financiadores de los proyectos: Generalitat Valenciana, Gobierno de Baleares y Ayuntamiento de Sevilla.
El COVID 19 pone de manifiesto una vez más la enorme brecha de exclusión en El Salvador, con una claridad aún mayor cuando las condiciones se complican, ayudándonos a retomar una y otra vez el foco de nuestro trabajo en los colectivos más vulnerables y empujándonos a abandonar recetas preconcebidas para responder con audacia a las necesidades reales de las personas.