Tras perderlo todo —su trabajo, su familia y la fe en sí mismo—, Grégoire tocó fondo. Pero fue desde ese dolor donde escuchó una llamada: dedicar su vida a quienes sufrían el mismo abandono que él. Así nació la Obra de los Amigos de la Saint Camille de Lellis, una red de centros que hoy libera y cuida a miles de personas con enfermedad mental en África Occidental.
En muchos lugares de África, la enfermedad mental se asocia todavía al mal o a la posesión. Quienes la padecen son encadenados, ocultados o abandonados, incluso por sus propias familias. Grégoire comenzó acercándose a ellos, rompiendo las cadenas con sus propias manos y ofreciéndoles lo que nadie más les daba: una mirada de compasión. “Cada persona encadenada es Cristo que sufre”, repite siempre. De ese gesto nació la Obra Saint Camille de Lellis, que hoy continúa su misión en África Occidental: liberar, cuidar y acompañar a los llamados “olvidados de los olvidados”. Lo que empezó con un solo hombre, hoy es una familia entera que cura desde la ternura y la fe.
“Cada persona encadenada es Cristo que sufre”
“Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me acogisteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. En verdad os digo que cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis.”
Y Grégoire Ahongbonon añadiría: "Estuve encadenado a un árbol y me desencadenástéis"
El hombre que ha devuelto la dignidad a miles de enfermos mentales en África Occidental
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