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José Rodríguez, director de CESAL en Honduras: "La sociedad civil será siempre necesaria, ni siquiera en las sociedades más avanzadas puede estar relegada"

D. José Rodríguez en el acto Amarateca +10 realizado el pasado mes de noviembre, con ocasión del décimo aniversario del huracán Mitch

Nuestro director en Honduras contesta en primera persona y repasa la actualidad de nuestro trabajo en el país centroaméricano. José Rodríguez Parmo lleva trabajando en Honduras desde hace más de 10 años, tras el paso del huracán Mitch. Desde entonces hemos apostado por un desarrollo sostenible en el país.

Vivimos tiempos convulsos en Honduras desde el pasado 28 de junio, momento en que se produce la destitución del presidente Manuel Zelaya y el nombramiento como mandatario interino de Roberto Micheletti. En estos 3 meses y medio, ¿qué ha cambiado en el día a día del trabajo en CESAL Honduras?

El 28 de junio será una fecha clave de la historia de este país, un antes y un después. Para todos los que vivimos aquí, ha sido un duro golpe ver cómo se fractura la sociedad hondureña. Estos días han sido el contemplar esta división y percibir que hay que trabajar arduamente para lograr, cada uno desde la responsabilidad que tiene, la generación nuevamente de espacios de encuentro y reconstrucción común.

Generalmente se piensa que la posibilidad de un cambio real depende sobre todo de las instancias políticas o administrativas. ¿Cuál es vuestra experiencia sobre la afirmación realizada?

La sociedad civil será siempre necesaria, ni siquiera en las sociedades más avanzadas puede estar relegada, cuando esto ocurre es un mal síntoma. La crisis que padece Honduras se debe a la debilidad institucional, no sólo de las instancias públicas, también de las organizaciones no gubernamentales y los sectores gremiales.

Pienso de hecho que esta crisis puede suponer en este sentido un despertar de la sociedad hondureña y el crecimiento como nación.

Mirando el recorrido de CESAL en Honduras, más de 10 años de trabajo, donde estamos afirmando un valor y compromiso con el desarrollo de la persona y la sociedad, ¿en qué medida está afectando esta situación los proyectos de desarrollo en los que estamos inmersos junto a cofinanciadores españoles y contrapartes locales?

En primer lugar nos hace ser más conscientes, como decía antes, de la importancia histórica del momento actual en el que estamos, y por tanto de la responsabilidad que desde nuestro sector tenemos frente a la sociedad hondureña. Me parece que es un momento para que a través de nuestros proyectos, de nuestra presencia, se contribuya al trabajo por el bien común de Honduras. Es verdad que es imposible no posicionarse frente a lo sucedido, de hecho todos los que trabajamos aquí en Honduras, tanto el personal hondureño como el español tenemos nuestro parecer, y no es coincidente. Pero creo que el hecho de pertenecer a una ONG extranjera nos da una ventaja respecto al resto. El poder entrar en relación con una comunidad determinada por el proyecto que estamos ejecutando o vamos a ejecutar. Estos proyectos de desarrollo plantean directamente un bien para todos que no divide sino que une. Recientemente inauguramos en la Comunidad de Quebrada Honda, en el Valle de Amarateca, un proyecto de agua potable, el acto fue una fiesta de agradecimiento de toda la comunidad. Frente algo bueno que se plantea, es difícil no unirse. Por eso me parece que ahora más que antes el papel de las ONGs extranjeras en general y, españolas en particular, debe tener este acento de buscar un bien para todos y dejar de lado los particularismos políticos.

En el caso de Ciudad Divina Providencia (asentamiento urbano post-Mitch creado por CESAL junto a otros actores de la cooperación española), ¿cómo se está viviendo toda esta vorágine de acontecimientos en la ciudad, y cuál esta siendo la respuesta de la población?

La Ciudad Divina Providencia, una comunidad del Valle de Amarateca de más de tres mil personas, es una muestra significativa del país, y representa lo que ha sucedido en cualquier rincón del país. Una fragmentación clara, personas a favor de uno y en contra del otro. Algunas de ellas, tanto de un bando como de otro, han participado en las distintas marchas que se han celebrado en Tegucigalpa, pero gracias a Dios, no se han producido enfrentamientos entre unos y otros. Hay un respeto por el otro que es digno de alabar. Todos coinciden en que la crisis termine pronto, porque lo que de verdad preocupa a la sociedad hondureña es la situación económica, y son bien conscientes de que una cosa lleva a la otra. 

La encíclica Cáritas in Veritate formula de un modo novedoso la dinámica del verdadero desarrollo, basada en la libertad de los sujetos sociales y en la subsidiaridad. ¿Cómo os ayuda en vuestro trabajo diario? Y ¿cómo es capaz eso de responder a la esperanza de los miles de beneficiarios con los que trabajamos?

Es una tarea enorme, que tenemos que asumir en primer lugar nosotros como parte de la sociedad, como ONG, como personas. No es un eslogan en el aire, es tarea de todos. A mi modo de ver lo que está en juego previo a la libertad es la educación de las personas, esta es la verdadera urgencia por la que tiene que luchar Honduras como país.

En nuestro trabajo, es vital encontrar personas que dan su tiempo por otros, que construyen, que tienen un deseo de crecer, de  trabajar por el bien de todos, así entiendo la subsidiaridad, sin esto los proyectos podrían ser perfectos técnicamente pero una vez concluidos no se sostendrían. En este momento es muy importante rodearse de personas así, para contribuir juntos a salir de la crisis.