Comenzamos a ver los cimientos del futuro centro educativo Lekòl Lespwa (la Escuela de la Esperanza, en criollo), contruida en colaboración con toda la comunidad, que dará educación a 240 niños de la zona y servirá como punto de referencia para toda la región.
Fonds Verrettes es un municipio montañoso de Haití, cerca de la frontera con República Dominicana. Es la primera región donde CESAL comenzó a trabajar en 2007 con el cooperante Jordi Bach, antes de que el terremoto de 2010 nos llevara a la capital, Puerto Príncipe, con un proyecto de soberanía alimentaria. Hoy Jorge Calero ha tomado el testigo y dirige dos proyectos, uno de seguridad alimentaria, nutrición y acceso al agua y otro de apoyo al crecimiento económico sostenido y respetuoso con el medio ambiente. Durante este tiempo se ha logrado una relación muy cercana con cada una de las familias que componen su población, una población especialmente dinámica y responsable, que siente que sus necesidades son escuchadas y que responde de forma comunitaria a las necesidades que se les plantean.
En la pequeña aldea de Palmis Tampé, al norte de la capital de Fonds Verrettes, los niños reciben educación en una iglesia que está en obras desde hace cinco años. Esa situación no ha impedido que se persevere en el intento de proporcionarles una educación con la mejor calidad posible.
La situación material de la iglesia donde se imparten las clases es muy precaria: sin puertas ni cristales, con el suelo cubierto de piedras y basura, hay escasez de bancos, las pizarras están prácticamente inutilizables, y el local en general se encuentra en malas condiciones, creando además un riesgo para la seguridad de los alumnos en su uso diario.
Después de la emergencia del terremoto, los vecinos de Doña Mencía, en Córdoba, se unieron para recaudar fondos que permitieran constuir, equipar y poner en marcha de una escuela en la localidad de Palmis Tampé. Con ese proyecto construiremos un centro con cuatro aulas para la impartición de las clases; estará dotado con material educativo y se repartirá material escolar a los alumnos para favorecer el correcto seguimiento del curso escolar.
El colegio madrileño de El Pilar, a su vez, decidió colaborar con la construcción de la escuela convirtiendo la estuctura básica del proyecto original en un centro educativo completo, que contará con una biblioteca equipada, un huerto y una granja y sala para la dirección, corriente eléctrica a través de paneles solares, además de la formación permanente del profesorado de la zona y la educación medioambiental y agrícola de los alumnos. El centro también será un espacio para acoger las iniciativas socioculturales del centro y de toda la localidad.
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