La pérdida de áreas de cultivo y la progresiva reducción de la fuerza laboral agrícola en Lima Metropolitana agravan la vulnerabilidad alimentaria de la capital peruana, que luego de alcanzar picos de pobreza en 2023 solo puede abastecer al 0,03% de su población con cultivos propios, revela un nuevo estudio de Cesal, en alianza con Ecosad, Consorcio por la Salud Ambiente y Desarrollo.

El estudio elaborado con enfoque MuSIASEM (Análisis Integrado Multiescala del Metabolismo Social y Ecosistémico) y apoyo financiero del Ayuntamiento de Madrid, en el marco del proyecto Ciudades Sostenibles, señala que la capital peruana es "altamente dependiente" de la oferta alimentaria que llega desde el interior del país, pues solo genera en sus tres únicas cuencas (Rímac, Chillón y Lurín), el 3% de los alimentos que consume. El 97% restante llega desde otras regiones.

El estudio se desarrolló en la cuenca baja del Rímac y la microcuenca baja del Huaycoloro, al que se suman estudios similares realizadas por Ecosad junto a Rikolto y la Red de Agricultura Ecológica, RAE en las Cuencas de los ríos Lurín y Chillón, obteniéndose un análisis completo de los tres valles de Lima. 

La reducción permanente de suelo agrícola debido a la especulación inmobiliaria, a los cambios de zonificación y a las ocupaciones ilegales es quizá, el principal problema que enfrentan los valles productivos de Lima. Es así que, en la cuenca baja del río Rímac, ha ocurrido una marcada reducción del 58% de la producción agrícola total en el distrito de Lurigancho.

Esto explica, en buena medida, la vulnerabilidad alimentaria de Lima en donde vive poco más del 30% de la población del país y donde la pobreza, según el INEI, creció en el año 2023 al 26,4%. Debido a esto la provisión de alimentos se encuentra a merced de las importaciones, los intermediarios o en riego frente al cierre de carreteras por problemas ambientales o conflictos sociales, a lo que se suma la escasez de productos debido al cambio climático que obligaría a las regiones a reducir sus envíos de productos a la capital.

Otro aspecto clave es la disminución de la fuerza laboral agrícola de la metrópoli que está migrando hacia el sector servicios y hoy representa menos del 1% de la PEA ocupada de Lima Metropolitana. Del mismo modo, el estudio alerta de un incremento exponencial en el uso de fertilizantes (90% importados), que incrementan el precio de los alimentos.

“Según un estudio desarrollado por el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS) revela que la inseguridad alimentaria en el Perú bordea el 50%, es en base a ese diagnóstico que desde el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego se está trabajando una política de seguridad alimentaria nutricional para fortalecer nuestros sistemas alimentarios sostenibles y reducir esta inseguridad alimentaria en la población hacia un periodo del 2050. “, comenta José Luis Alarcón, especialista de la Dirección General de Políticas Agrarias del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (MIDAGRI).

Trabajar con las comunidades sin intermediarios

Para corregir esta situación, el estudio, único en Lima, plantea trabajar bajo un enfoque colaborativo, multisectorial, que asegure la participación de las comunidades y se adapte a las especificidades de cada cuenca, con la finalidad de asegurar la sostenibilidad de nuestros sistemas alimentarios. 

En las cuencas bajas de los ríos Chillón, Rímac y Lurín existen Plataformas Multiactor del Sistema Alimentario, lideradas por instituciones locales y conformadas por todos los actores del sistema. Las ollas comunes y los comedores populares son aliados de gran importancia en la promoción del consumo de la producción local en los valles, generación de hábitos alimenticios saludables y su gran aporte a la prevención de la anemia infantil, garantizando a muchas familias de escasos recursos económicos el acceso a la alimentación. “Como parte de las iniciativas comunitarias se han implementado biohuertos verticales en ollas comunes para fomentar una alimentación saludable y el autoconsumo de las ollas comunes y se realizan las ventas directas de la chacra a la olla, logrando la recuperación económica de los productores y que las ollas puedan acceder a productos saludables y a un precio justo. Estas iniciativas comunitarias pueden ser trasladadas a cualquier territorio ya que muestran resultados y son sostenibles” comenta Paola Cárdenas, coordinadora de procesos urbanos de Cesal.

Los vecindarios alimentarios tienen el potencial de generar anexos alimentarios saludables que conecten con cadenas cortas a los productores, los comerciantes y los vecinos. “Proyectos como el de Cesal son tan importantes porque logran conectar actores del sistema alimentario: productores, el municipio, academia, etc; con actores productivos y hacer iniciativas como la venta directa de la chacra a las ollas comunes. Ese tipo de acciones buscan superar las limitaciones que tiene el propio sistema alimentario”. Expresa Alain Santandreu, Presidente Ejecutivo del Consorcio por la Salud, Ambiente y Desarrollo (ECOSAD).

Defender y promover los valles productivos de Lima es una tarea de todas y todos.

Compartimos el Análisis integrado multiescala del metabolismo social y ecosistémico en las cuencas del Rímac, Lurín y Chillón.