Los efectos del aislamiento social debido a la COVID-19 afectan tanto a personas peruanas como a migrantes. En Perú se estima que hay más de 860,000 migrantes de Venezuela, un gran porcentaje de ellos viven en condiciones muy precarias, sustentando a su familia con trabajos precarios y diarios. Esta pandemia perjudica su salud, alimentación y estabilidad económica y en muchas ocasiones, necesitan del apoyo de otras personas y familias para poder sobrellevar la emergencia sanitaria.
Frente a esa realidad, la presidencia del Consejo de Ministros (PCM) del Estado peruano, en el marco de la respuesta a la emergencia nacional por COVID-19, a través del Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) puso a disposición 1.000 canastas de alimentos para la población refugiada y migrante venezolana en Perú, que fueron distribuidas a través de la coordinación de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Sub Grupo de Necesidades Básicas del GTRM (Grupo de Trabajo para Refugiados y Migrantes).
CESAL pertenece a la GTRM, plataforma liderada por la OIM y ACNUR, que articula las acciones acordadas entre diversos socios para abordar las necesidades de protección, asistencia e integración de personas refugiadas y migrantes de Venezuela en Perú. Ellos se encargaron de la distribución de las canastas con productos de primera necesidad, de las cuales CESAL pudo entregar 68 canastas a 68 familias necesitadas. Con el apoyo del Centro de Educación Técnica Productiva “La Rosa Blanca”, CESAL pudo atender la alimentación de familias venezolanas de Huachipa.
Algunas de estas familias atendidas, que han sido previamente evaluadas y diagnosticadas como las más vulnerables de Huachipa, son las que también estamos apoyando a través de la campaña Manos a la Obra, que brinda asistencia humanitaria en alimentación, salud y orientación familiar. Una de ellas es la familia Palacios: “Somos 4 en casa y soy la única que trabaja, me costó muchísimo conseguir un empleo, finalmente lo conseguí en un taller de costura; sin embargo, mi poco ingreso económico no alcanza para cubrir las necesidades básicas de mi hogar”. Situaciones como estas, viven muchas familias migrantes, quienes no tienen los recursos para solventar su hogar y muchas veces necesitan del apoyo de otros para poder sobrevivir. Son ellas quienes también necesitan nuestra atención y a quienes CESAL viene apoyando.