“Fue un día de esos que te marcan. Nos pusimos en camino hacia el Valle de Sula por el deseo de ver a Carlos, nuestro colega de la zona norte del país que había sufrido las inundaciones severas de Eta hacía unos días. Deseábamos trasmitirle nuestra cercanía y con él a todos los damnificados”. El panorama fue devastador, el daño es enorme”.
José Parmo, director de la delegación de CESAL en Honduras, visitó junto a Gilberto Granados, Director de Proyectos a nivel nacional, algunas de las zonas más afectadas en el Valle de Sula, luego del fuerte impacto del Huracán Eta y ante la amenaza que en aquellos días suponía el catastrófico Huracán Iota. En su relato sobre esta dura visita a las zonas donde en otros años CESAL ha trabajado en conjunto con las comunidades que hoy están bajo el agua y los escombros, Parmo hace hincapié sobre la solidaridad perceptible del pueblo hondureño y de la enorme necesidad de sacar adelante a Honduras de forma urgente.
“Salimos muy temprano de Tegucigalpa. Por el camino ya fuimos viendo los rastros que Eta había dejado a su paso, muchos deslaves, puentes caídos, extensos sedimentos de ríos. Y al llegar a la ciudad de San Pedro Sula nos dio la impresión inmediata que algo había pasado, que algo había cambiado en su fisonomía, siempre alegre y bulliciosa, ahora tenía un aspecto triste y desolado. En los bulevares, en las esquinas, debajo de árboles, había pequeños grupos de personas, con niños, ropa tendida, bolsas con algunos enseres,… estaban varados, como náufragos.
Carlos nos llevó desde el lugar donde está albergado con su familia, hacia una de las zonas más afectadas, y el aspecto era aún más desolador, como si hubiera habido una guerra. Sí, ha sido una guerra contra la inclemencia del tiempo, que había dejado a su paso una gran destrucción, escombros, basura, casas dañadas por el lodo, aguas residuales, vehículos destrozados… Lo más impactante fue percibir que en las calles, antes llenas de vida, de actividad comercial, de niños, no había apenas nadie. Las autoridades habían ordenado evacuar a todos, nuevamente por la inminente presencia de otro Huracán (el IOTA, también de efectos catastróficos para la zona). El silencio predominaba en este lugar que visitamos.
Pese a estar frente a todas estas imágenes tan crudas, pudimos ver también una fuerza y un deseo por salir adelante, una solidaridad que se encuentra en primer lugar en la familia (entre padres e hijos, entre hermanas), dan gracias por seguir vivos, se unen en la adversidad, y eso es esperanzador"; describe Parmo.
Durante los días posteriores a la visita de José y Gilberto, el Huracán Iota impactó fuertemente a Honduras y zonas como La Lima, la colonia Planeta, Celeo Gonzales, Chamelecón y Rivera Hernández, fueron nuevamente anegadas de agua y escombros; en la última semana se han reportado nuevas inundaciones, lo que ha impedido que las familias puedan regresar a la zona y se mantengan ambulantes entre albergues, carpas improvisadas en calles y avenidas y en el peor de los casos debajo de los puentes que las aguas no derribaron.
Muchas familias se mantienen unidas, cocinando “ollas comunes” y compartiendo de las ayudas que logran recibir, siendo solidarias; y “esta solidaridad, aunque parece silenciosa, está, es perceptible y esto permite retomar otra vez el camino y volver de a poco a la vida.”
¡Desde CESAL invitamos a que la solidaridad sea cada vez más perceptible!
El pueblo hondureño estaba sobreviviendo a la COVID-19 y ahora se encuentra “con el agua al cuello”; hoy más que nunca necesita que el mundo vuelva su mirada a hacie él. ¡Ayúdanos a que pase la tormenta". Con tu colaboración llevaremos a 50 familias proporcionándoles sábanas, camas, colchones, platos, vasos, ollas, mesas, sillas y menaje básico para sus hogares. |