“Nosotros tuvimos que reinventarnos y adecuarnos a los nuevos retos que enfrentamos, aunque todavía no nos levantamos completamente, por lo menos debemos intentarlo… Yo antes llegaba al Centro Vocacional, creaba mis láminas, planificaba mis clases, me preparaba y esperaba a que llegaran mis alumnas y alumnos, pero luego ya no los tenía más. Se vino la crisis del COVID-19 y Honduras se paró”. Juan Pablo Quiñonez, instructor del Centro Vocacional Sagrado Corazón, nos cuenta sobre los retos que la población de Amarateca y CESAL, han tenido que superar durante la pandemia, para seguir en la búsqueda de mejores oportunidades laborales y de vida.
“Pese a que hemos tenido que modificar curriculas formativa y que la mayoría de nosotros hemos tenido que volver a ser alumnos y tomar cursos sobre el uso de plataformas virtuales, seguimos en pie de lucha, porque hoy más que nunca las personas a las que servimos, lo necesitan”.
En el marco del proyecto “Fortaleciendo el espíritu emprendedor de Mujeres y Jóvenes del Valle de Amarateca”, financiado por el Gobierno de las Islas Baleares, CESAL reinició la formación en robótica, bajo una modalidad hibrida entre lo virtual y semi presencial y hemos logrado llegar a unos 143 jóvenes del Hogar Villa de los Niños, a unos 15 jóvenes de diferentes comunidades del Valle de Amarateca y rápidamente se han inscrito unas 80 mujeres, que en los próximos días iniciarán con la formación en emprendedurismo.
La comunicación con los jóvenes durante el confinamiento fue crucial; saber su situación durante los días más duros de la crisis y continuar haciendo red pese a la distancia, nos mantuvo cercanos a su realidad y nos permitió retomar las acciones formativas rápidamente.
“Es difícil no tener la interacción personal. Con mucho esfuerzo acompañamos los talleres a sesiones virtuales en las que la creatividad e innovación son nuestra bandera de trabajo. Hemos logrado rescatar la esencia de los talleres, y siempre las actividades lúdicas son parte de nuestro estilo de enseñanza, aunque los jóvenes siempre dicen que extrañan que podamos encontrarnos. Sabemos que la cercanía entre las personas es vital, pero en este contexto, el distanciamiento también lo es, literalmente”, afirma Juan Pablo.
Dentro de los retos para el equipo CESAL está la reducción en el tiempo de los talleres, la creación de herramientas digitales de evaluación y sobre todo, las clases prácticas de talleres como el de robótica. Hemos cambiado la forma, no la calidad. Hemos visitado a los jóvenes en sus hogares, dejándoles materiales y motivándoles a seguir. Hemos coordinado con aquellos que no tienen acceso a internet, se ha brindado reforzamientos y definitivamente, hemos asumido el compromiso necesario para con las personas del Valle de Amarateca.
“Al inicio de este año habíamos planificado muchas cosas. CESAL había realizado las coordinaciones que acostumbramos con el Instituto Nacional de Formación Profesional (INFOP) para la facilitación de instructores y el personal técnico; habíamos desarrollado los procesos de convocatoria y matriculas. Pero la COVID-19 nos movió el suelo que pisábamos. Algo que nos empujó a movernos, a seguir innovando, a ser creativos. Nos obligó a los maestros convertirnos en alumnos; tuvimos que volver a aprender para poder acompañar a otras y otros.