A inicios de año se realizó un focus group con un grupo de familias productores de quinua orgánica de Andahuaylas, en la que se observó que sólo se consumen 3 grupos de alimentos de los 10 que son necesarios para tener una alimentación saludable. Este dato confirma la importancia de que las personas reconozcan el valor nutricional de los alimentos para su salud, bienestar y productividad en general. En muchos casos los agricultores solo producen para vender y no para asegurar su alimentación.
El Informe Global de Nutrición 2017 establece que uno de cada tres personas están desnutridos en el mundo, y que el 88% de todos los países enfrentan una grave carga de dos o tres formas de desnutrición. El informe también sugiere que la producción sostenible de alimentos es una de las formas principales de contribuir a una mejor nutrición. Las chacras diversificadas de pequeños agricultores pueden ofrecer alimentos diversos y nutritivos, y hacerlos disponibles, accesibles y asequibles para todos.
En el año 2018, en Perú, la desnutrición crónica afectó al 12,2% de las niñas y niños menores de cinco años de edad, cifra que disminuyó en el último año en 0,7 punto porcentual y en los últimos cinco años en 5,3 puntos porcentuales; según resultados de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar-ENDES, que ejecuta el Instituto Nacional de Estadística e Informática-INEI. La prevalencia de desnutrición crónica, según el estándar de la Organización Mundial de la Salud es mayor en el área rural (25,7%) que en el área urbana (7,3%).
En este contexto, en la provincia de Andahuaylas, departamento de Apurímac, CESAL ha implementado un nuevo proyecto llamado “Mejora de la dieta alimentaria en familias de 4 distritos de la provincia de Andahuaylas”, en el marco del Programa Global de Seguridad Alimentaria de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) y con el financiamiento de la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM). El proyecto beneficiará a 520 familias de dicho distrito.
El enfoque se centra en fomentar por un lado el autoconsumo de la quinua producida y la incorporación de hortalizas en las parcelas productivas: se fortalecerá capacidades en las familias productoras en temas de nutrición, hábitos alimenticios, diversificación de alimentos e higiene.
En el marco de este proyecto, en el mes de mayo, las familias beneficiarias han iniciado la implementación de 7 variedades de hortalizas en sus unidades productivas: betarraga, zanahoria, acelga, lechuga, repollo, rabanito y zapallo italiano.
Las familias que forman parte de este proyecto, vienen participando de 2 proyectos productivos, uno financiado por FONDOEMPLEO y el otro por el BID, ambos ejecutados por CESAL.