Nuevamente, como hace 20 años, tras el Huracán Mitch, es necesario volver a construir sobre lotes de tierra y poner los cimientos adecuados para el desarrollo de Honduras. Hoy para frenar las migraciones masivas.
Se han cumplido en este mes de octubre 20 años del devastador huracán Mitch que afectó a Centroamérica y particularmente a Honduras dejando a su paso miles de damnificados, pérdidas humanas y un sinnúmero de daños materiales, viviendas, carreteras, puentes, cultivos. Sigue siendo considerado como uno de los más poderosos y mortíferos registrados y ocasionó la pérdida de cerca de 20 mil personas.
Los hondureños tuvieron que hacer frente a aquel desastre, reconstruyendo sus casas, sus tierras, sus comunidades, en definitiva sus vidas. La cooperación externa, particularmente la de España, generó una solidaridad con el pueblo hondureño sin precedentes antes en la Ayuda Oficial al Desarrollo.
CESAL llegó a Honduras para contribuir a esta misión, la de ponerse al lado de las personas y intervenir en la reconstrucción. En el trascurso de 2 años, CESAL y su socio hondureño la Fundación Cristo del Picacho, lograron la reubicación de cerca de 600 familias al Valle de Amarateca, a unos 25 km. de Tegucigalpa. A 20 años de distancia, impresiona contemplar lo que han producido aquellos lotes de tierra y cimientos que comenzaron a construirse en julio de 1999. Una reconstrucción que no pasaba solo por poner paredes, techo y dotar de servicios básicos si no que consistió sobre todo en generar una Comunidad de personas que pudiera vivir a gusto en ese lugar, se puede concluir que el éxito se debió a que se entregó mucho más que una casa con 4 paredes, se proporcionó un hogar.
Paradójicamente, en este mismo mes de octubre otro huracán, igualmente devastador, ha atravesado la geografía hondureña. Este huracán también comienza por M, de Migración masiva. El mundo ha sido testigo de la partida de miles de hondureños saliendo a pie por las fronteras de Honduras rumbo al norte. Este nuevo huracán deja aún mayores daños porque afecta sobre todo a la base social de la población y particularmente a las personas más jóvenes que por motivo de la pobreza o la inseguridad se ven abocados a salir en busca de mejores oportunidades. Ahora, como hace 20 años Honduras necesita hacer frente a esta situación crítica, generando espacios de convivencia y oportunidad sobre todo para los jóvenes.
En esta tarea se encuentra actualmente CESAL. Aquel trabajo de acompañamiento y solidaridad que CESAL inició hace 20 años, continúa muy vivo en el momento presente, acompañando a jóvenes en búsqueda de oportunidades, formación y empleo. Más de 100 jóvenes se están formando en el Centro Vocacional en la Ciudad Divina Providencia de Amarateca, muchos de los cuales nacieron o dieron sus primeros pasos en Amarateca. Y en las principales ciudades del país, Tegucigalpa, San Pedro Sula, Choloma y Ceiba, más de 2800 jóvenes están siendo atendidos a través de programas de formación en habilidades para el empleo.
Nuevamente, como hace 20 años, es necesario volver a construir sobre lotes de tierra y poner los cimientos adecuados para el desarrollo de Honduras.