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Los nadies: los dueños de nada

CESAL, APATRIDAS, POBREZA, DONA, REPÚBLICA DOMINICANA, HAITÍ, HAITIANOS

En República Dominicana existe una población, aún sin censar, que carece de identidad. Son los hijos e hijas de parejas haitianas que nacieron en República Dominicana.  

En la década de los 50 del siglo pasado muchos hombres y mujeres llegaron de Haití a República Dominicana donde se emplearon como braceros en el corte de la caña de azúcar. Fueron reclamados en masa por el crecimiento de esta industria.

Fueron alojados en improvisados barracones, que más tarde se convertirían en pueblos llamados bateyes,  y que carecían de servicios vitales como agua potable o energía eléctrica. Sin capacidad de moverse libremente, con jornadas intermenables y jornales irrisorios, los braceros y sus familiares comenzaron a construir sus vidas entre la precariedad.

En aquella época, aún viviendo en pésimas condiciones, cuando llegaban los hijos, la industria del azúcar arreglaba los papeles y los pequeños eran reconocidos como ciudadanas y ciudadanos dominicanos. Pero en 2013, la Suprema Corte de Justicia, en su sentencia 168, les quitó de un plumazo la nacionalidad a estos hijos e hijas de los braceros haitianos, a pesar de haber nacido en la República Dominicana.

Se quedaron sin nacionalidad. Sin referente. Carecían de vínculo con el territorio de sus ancestros y ahora quedaban en un limbo jurídico. Y así continúan. No son haitianos de sentimiento, pero tampoco son legalmente de República Dominicana.

Su situación afecta a su propia identidad y en todas las facetas de sus vidas. No pueden conseguir un trabajo digno ni pueden abrir una cuenta bancaria; no pueden continuar con sus estudios ni contraer matrimonio. Su única salida es conseguir un documento haitiano con el que solicitar la nacionalidad en la patria que los vio nacer.  

Wesley, un joven sin patria

CESAL, APATRIDAS, POBREZA, DONA, REPÚBLICA DOMINICANA, HAITÍ, HAITIANOS

En CESAL estamos trabajando para que sus derechos les sean reconocidos. Promovemos la mejora de las relaciones sociales y laborales con su entorno, que se traduce en acciones que van desde conocer el número de personas que están en esta situación, hasta acciones de integración social.

Entre las labores, se está trabajando en  la creación de una base de datos de personas apátridas en la zona donde estamos presentes. El primer paso para poder ser reconocidos es saber cuántas personas se encuentran en esta situación. A continuación, trabajamos con la juventud para que tome concienca de su identidad y de sus derechos.

En tercera instancia, la integración pasa por la puesta en marcha de iniciativas que mejoren la convivencia entre personas apátridas, migrantes y dominicanas. A través de acciones deportivas y de ocio se crean espacios donde encontrarse y compartir.

Esta labor de reconocimiento de sus derechos y de integración se acompaña del apoyo en la satisfacción de necesidades tan básicas como mejorar su alimentación, o la formación para el empleo. Si algo no ha cambiado con los años para las familias de los bateyes, es que siguen viviendo en condiciones de extrema precariedad. Siguen siendo los nadies. Los dueños de nada.